martes, 1 de diciembre de 2015

VIH / SIDA: un monstruo agazapado.

Hoy veremos a muchas personas lucir lazos rojos en las solapas.
Brillarán en los márgenes de los televisores, en los perfiles de Facebook e incluso algunos los colgarán en balcones. 
Hoy es el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, y esos lazos se crearon como un símbolo visible para mostrar solidaridad con las personas afectadas por el VIH, las fallecidas por la enfermedad y sus allegados.
Se creó en 1991, año en el que, entre otros miles y miles de afectados, murió el cantante Freddie Mercury.
Dicho sea de paso, fue uno de los primeros lazos solidarios, de entre los muchos que luego han proliferado.
Fueron años de “hierro” para generaciones enteras, como la mía, que, en aquellos años 70 y 80, vimos como muchos de nuestros amigos y amigas, compañeros de colegio e incluso familiares se metían en el submundo de las drogas “duras” y acababan muriendo por sobre-dosis o por los estragos de una enfermedad tan brutal, cruel y desoladora como el SIDA. 
Un recuerdo para todos ellos y ellas.
Eran años de desconocimiento y, como consecuencia, de miedo a una enfermedad para cuyo freno no se conocía solución.
Por ese motivo, aunque muchos ocultaban su mal, hubo otros muchos valientes que lo hicieron público, para intentar concienciar a la población de un riesgo para la salud, que no entendía de razas, países, sexos u orientaciones sexuales.
Una enfermedad que parecía ser la “puerta del averno”, que daba entrada a un inframundo de sufrimiento y muerte.
Por eso, incluso hubo quienes aprovecharon para afirmar, en el colmo de la desvergüenza, que esta plaga era consecuencia de una degradante relajación moral o de una ausencia de rectitud religiosa. ¡Majaderías!
Cantantes, actores, deportistas y otros muchos rostros conocidos nos concienciaron de que la enfermedad nos podía afectar a cualquiera, lo que contribuyó a ralentizar la expansión de los infectados por el VIH.
Por supuesto, los avances médicos han sido claves en este objetivo, gracias a los esfuerzos impagables de muchos y muchos investigadores y clínicos.
Hoy en día se ha logrado que este mal mortal se haya convertido en una enfermedad grave, pero crónica, siempre que se respeten las pautas de tratamiento.
Algo que, desgraciadamente, no ha llegado a todos los países del mundo y que debería de ser la gran asignatura pendiente para todos nosotros.
Afortunadamente, la situación ha mejorado, pero seguimos teniendo una nefasta tendencia a caer en la relajación y, como consecuencia, en la falta de prevención.
Según datos de Osakidetza, en Euskadi cada año se detectan alrededor de 150 casos nuevos, tres por semana.
En concreto, el 2014 fueron 152 los diagnósticos frente a los 143 de 2013.
Es verdad que entre 2009 y 2014 el número de casos descendió un 26%, al tiempo que la tendencia en el número de nuevas infecciones es ligeramente descendente.
Pero el VIH permanece latente y agazapado, esperando una nueva oportunidad para devastar alguna otra generación de vascos y vascas.
Preocupan mucho fenómenos como el aumento en un 33% en la última década de la transmisión del virus entre personas homosexuales que no usan preservativo.
O que haya jóvenes menores de 29 años que contraen el VIH, quizás porque no han conocido el auténtico terror al SIDA.
O el reto que supone detectar precozmente y tratar esta enfermedad en los inmigrantes ilegales (incluso en recién nacidos infectados por transmisión vertical madre-hijo) que acceden a la península y tienen dificultades para acceder a los servicios sanitarios.
Hoy veremos a muchas personas lucir lazos rojos en las solapas. Como desde hace dos décadas, estos deben de servir como muestra de nuestra solidaridad con las personas afectadas por el VIH.

Pero no estaría de más que también los viéramos como un recordatorio de que, aunque parezca que el mal es algo del pasado y sus consecuencias ya no son tan devastadoras,  el riesgo de contagio no ha desaparecido y el SIDA sigue agazapado, esperando que bajemos la guardia, para aprovechar la oportunidad de seguir generando sufrimiento y muerte.

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